05 julio 2015

LA NIÑA DE LA POESÍA



Era un viento translucido en el azul del cielo,
la ventana, en vaivén, murmuraba en lo bajo,
la niña, aún no despertaba, soñaba el encanto
de las flores en la pradera, el jazmín y la rosa
eran prendas en su corazón, alma de querubín.

Ecos de su melodía en el corazón de la poeta,
llevaba la niña en su sangre, metamorfosis
y capullo, se resguardaba en la oscura noche
así, maduraba cada día el ardor íntimo
soñadora intrépida de palabra, oda y verso.

Cielo azul en la nubosidad de lontananza,
en su sueño, una estrella iba tras la bella niña,
pegasos en vuelo, eran corte de oro y blanco,
música solaz del trino de ruiseñor y cenzontle,
la campiña vestida de luces y misterio en la mañana.

Clamaba el arrebato nacido de su fuego interior,
la niña de la poesía llevaba en su seno; inspiración
de Tagore y Neruda, el verso profano de Darío,
para ella, el camino era el tintero y su pluma azul,
la luz de Dios estaba en su memoria y razón.

Así la niña despertó, su mano llegó a la pluma,
cantó de su sueño una poesía, celeste mirada
en el papel, sucinta alabanza de aquel navegar,
entretejía palabra celestial y el silencio, aromas
sin ficción, adivinaba así, el argumento de su pasión.



María Isabel Galván Rocha
México. 

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