31 mayo 2014

EL QUINTO DÍA

(Esas pequeñas cosas de la rutina) 

Me mira. Desde que se levantó muy temprano me mira. Cuando paso muy cerca de él, suspira en mi oído exhalando un rancio aroma de tabaco y alcohol. Se arrima a mí en cada momento. Cuando lavo las tazas, apoya su barriga en mi trasero y me rodea con sus brazos. Sabe que no puedo defenderme. Levanto las manos abiertas, chorreando detergente y empujo con los codos su pesado cuerpo. Sale de la casa y regresa con las compras necesarias para todo el día. Arranco las cortinas una a una y las meto en la lavadora. Entonces, veo que los vidrios están sucios. La mesada llena de alpiste que cae de la jaula y algunos restos de lechuga que el turro del canarito, rechaza porque no está fresca. Las hormigas pasean por el borde de la alacena cargando palitos de yerba y el perro se trepa a mi pierna jadeante, sin dejar de embestir, hasta que los lanzo por el aire y se aleja. 
Entro al baño, abro la ducha y me quedo media hora con los ojos cerrados bajo el chorro de agua. Me rasuro toda. Me corto las uñas y entalco los pies. Él ha encendido la radio a todo volumen. Canta. Su voz desafinada y feliz se expande por toda la casa y aledaños – Oh sole miooo!!!! - En solo media hora partirá a trabajar con el taxi. Debo salir del refugio donde ya agoté todos los recursos posibles. Respiro hondo, tomo fuerzas y abro la puerta. Ahí está…desnudo, sonriente, apoyado en el marco de una puerta con las medias y zapatos puestos. Deja el mate sobre una repisa y se lanza sobre mí. – Se te retiró no? – pregunta seguro que asentiré con la cabeza. Claro…es el quinto día.

Rita Mercedes Chio Isoird

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