Mientras en mi tarde cae granizo,
atado un lazo rojo en mi dedo con nudo fijo,
pisando sus propias huellas, ha vuelto a casa,
vislumbrando en el futuro conmigo.
Hubo silencios, hubo ceguera,
ninguno quiso curar alas rotas
sólo la lluvia susurró un réquiem,
porque el viento aguardaba el ocaso.
Tus sueños guardé junto a los míos,
la Luna quebró lagrimas de plata,
las estrellas extraviaron su rumbo,
y el Sol, se fragmentó entre las montañas.
...Y te quedaste...

Claudia Navarro
D. Reservados
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