21 junio 2014

VIDA

                                                                                     


Difusa. Carretera de tierra,
curvas cerradas, mal señalizada,
salvo uno que otro cartel
acribillado por la furia de los caminantes.

Vida.
El único camino que no elegimos.
Sendero en medio de un territorio
sin tecnología humana,
nula de luz artificial, grandes bocas
donde algunos caen para siempre.

No hay mano que rescate
al suicida cotidiano que no aprende
a mirar las estrellas.
No hay consuelo que no provenga
del tiempo que solo vuela cuando quiere.

Hoy la tormenta, el fango, el miedo,
la rueda delantera izquierda girando estática.
Acróbata que sortea los charcos
rojos de las guerras, mientras las hienas
ríen a la vera de los pastizales,
devorando la carne de los sueños.

Vida.
Alguien me ha soltado la mano
en la puerta de salida.
A medida que avanzo
sobre un mismo tiempo y espacio,
las cuatro estaciones del año.

Ya no soy primavera,
ya no soy verano.
El trino más potente quedó muy atrás
en un árbol que aprendió a morir de pié.
Delante de mí, una alfombra
de experiencias que se arremolinan
para que solo logre hacer uso de pocas.

Tengo sed. Vaya que hay manantiales!
Una voz interior me insiste, ve por ellos!
Como en un pasadizo de mercado,
sobre los toldos endebles y vetustos,
el nombre de Dios, desteñido,
manoseado, con precio o de regalo.

Vida.
Tengo hambre, frío, sueño…
Sigo la caravana de peregrinos
que dejan por escrito 

haber tropezado varias veces 
con la misma piedra.
Esquivo una y le acierto a otra.
Como es posible?
El único que pareciera mirar el cielo,
es el señor no vidente que además,
cosecha flores en los pliegues
de sus andrajosas prendas.

Agudizo la mirada y trato de ver
mucho más adelante.
No hay caso…un árbol lleno de tentaciones,
no me deja ver el monte,
la huella, el pequeño cartel
que alerta algo y caigo de rodillas.

Puedo comenzar de nuevo?
Puedo intentar volver a caminar
con los ojos y el corazón más abiertos?
“Todo está delante de ti”
“El futuro puede ser tan solo cinco minutos más”.
Entonces me incorporo
y descubro por última vez,
que aún hay miles de manos extendidas.
Vida!

Rita Mercedes Chio Isoird
D. Reservados 

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